viernes, 1 de agosto de 2014

Religión y Política


Religión y Política

SERGIO TAPIA T.



 

Nuestras Fiestas Patrias comenzaron el 28 con la Misa y Te Deum en la Catedral Católica, y concluyeron con el Día de Acción de Gracias organizado por la comunidad de denominaciones evangélicas.

            “Religión” viene del latín (“religare”), que significa re-ligar o re-unir. Sólo se restablece lo que antes estuvo ligado y se desunió por algo.

La “religión” es creencia que une al hombre con Dios, que es a quien se le debe la vida y todo lo que existe.

La “religión” enseña como conducirse para alcanzar la vida eterna, que no es la vida en este mundo. La finalidad religiosa radica en la inmortalidad, en otra vida que vendrá después de la existencia en este mundo.

            En cambio, la “Política” es para este mundo (así, con “P” mayúscula, tratando de elevarla de la ruindad debido a la ilegitimidad de su ejercicio). El objeto y fin de la “Política” es organizar y conducir a la persona humana, para que en armonía con otros y mediante el logro del bien común político, cada uno viviendo en sociedad pueda ser capaz de realizar los fines particulares que se proponga asumir y obtener.

La “Política” organiza una realidad compleja, y opera sobre las diversas partes de la misma: Las relaciones que las personas tienen entre sí; el orden jurídico que regula la conducta de las personas con los demás y con las cosas; el ejercicio de la autoridad por las personas que hayan asumido tal función, así como la obediencia cívica a la autoridad y a sus mandatos legítimos y razonables; la participación de todos para la realización del bien común político.

Queda claro, entonces: La “religión” es creencia y conducta para obtener la inmortalidad en otra vida, y la “Política” es conocimiento y conducta para vivir en este mundo. Pero, hay conexión entre ambas, pues, es la misma persona humana la que es un ser eminentemente religioso y esencialmente político. Es la misma persona humana la que debe ser coherente en su creencia y conducta religiosa, así como en su conocimiento y conducta política.

La vida eterna se gana o se pierde según cómo nos comportemos en esta vida. Por lo tanto, “la vida en este mundo” es lo que superpone la “religión” y la “Política”.

Hay innegable encarnadura entre “religión” y “Política”. Para muchísimos que creen que hay Dios, que creen lo que Dios habla y que al escucharlo creen que deben actuar de conformidad con la voluntad divina: Enderezando su propia voluntad (la santidad) y contrariando la voluntad perversa de otros (el martirio).

Temas arduos como el matrimonio homosexual y el aborto, son y serán espacios y dominios compartidos entre la “religión” y la “Política”, porque es el ser humano quien tiene inclinación natural para creer en Dios y, porque la persona humana es esencialmente un ser político.

 

Publicado en el diario “La Razón”, Lima, viernes 1 de agosto de 2014, pág. 6

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