viernes, 4 de noviembre de 2016

Inhumanidad y DDHH - artículo La Razón

Inhumanidad y DDHH
SERGIO TAPIA T.

            Si la ley (y con ella las constituciones políticas, así como las sentencias judiciales nacionales o internacionales) se redujera a ser sólo una arbitraria decisión de quien tenga atribución para aprobarla, se pondría muchísimo en riesgo, por cuanto podría volverse legítimo hasta lo que por naturaleza es repudiable.

            La subordinación a la realidad de lo que el ser humano es, por propia naturaleza conocida mediante la ciencia, es el fundamento más sólido de la acertada formulación de los derechos humanos, o derechos fundamentales de la persona humana. Porque el derecho no es una carrera frenética de leyes que inventan lo que la persona debería ser, según la concepción ideológica del autor de la ley. El derecho es el reconocimiento de la realidad que surge de la naturaleza de la persona, y ésta objetivamente captada con la ayuda de los conocimientos objetivos de la ciencia.

Sin embargo, hoy, por desgracia, observamos que la ley (tanto la que se elabora en el parlamento en las naciones, como la ley internacional que se expresa mediante los tratados aprobados por plenipotenciarios que representan gobiernos de Estados), viene desquiciándose de su recto origen y leal finalidad, al estar sometida a los vaivenes de las ideologías de turno.

La ideología es de por sí, una deformación en la captación de la realidad, debido a la prejuiciosa manera de entenderla. Las ideologías son producto del racionalismo, y éste tiene como fruto comprender la realidad sólo como formulación de ideas subjetivas negadoras y contradictorias de la realidad objetivamente aprehendida.

Las ideologías históricamente han sido tres, todas nacidas o culminadas en la edad contemporánea: El absolutismo monárquico sirviente del deformante principio del derecho divino de los reyes, que erigió a los monarcas como soberanos con derecho irrestricto a conducir los Estados como les diera la gana; el liberalismo consagrante de los derechos absolutos del individualismo antisocial, cuya expresión aún subsistente es el capitalismo salvaje, y los socialismos que son una diversidad de ofertas que van desde el comunismo desastroso hasta el nazismo, todo un abanico de sistemas antihumanos consumadores de los crímenes más perversos.

Pero, hoy en día campea en los predios donde se elaboran las leyes, una nueva visión racionalista y subjetiva, negadora de la realidad y perversa contra la misma naturaleza humana: la ideología de género. Portadora del reduccionismo sexual y el desquiciado invento de re-inventar el hombre como a cada uno le dé la gana; heredera de las más infames caricaturas del ser humano provenientes de las tres ideologías predecesoras. Es la que sostiene la legalización del aborto, de la eugenesia y de la eutanasia; es la que nos sorprende con las re-elaboraciones de lo que es el ser humano sin naturaleza definida y reconocible y como resultado de una invención decidida subjetiva y malsanamente, como lo es la que se expresa con la repudiable sigla de LGTBIQ.

La ley ha de ser el reconocimiento de la realidad del ser humano, y no debe reducirse a convertirla en una re-invención del ser humano que alguien quiere re-diseñar, porque sería lo más antihumano que podría ser producido por el mismo hombre: la formulación de unos DDHH antihumanos.

Publicado en el diario La Razón, Lima, viernes 4 de noviembre de 2016, pág. 6


Blog (colección artículos publicados en La Razón): http://sergiotapiatapia.blogspot.com/

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