Nuevo pacto para las migraciones
SERGIO TAPIA T.
La
ONU desde 1951 albergó al Comité de Migraciones Europeas, cuyo lema motivador fue
por “los países que necesitan personas y por las personas que necesitan países”.
En Europa pueblos enteros sufrían la diáspora por segregación y persecución debido
al rediseño del mapa europeo, según las conveniencias y los apetitos de los
vencedores de la Guerra Mundial, así como por el salvaje emprendimiento
conquistador del comunismo personificado en la URSS. Posteriormente, el Comité
se transformó en 1989 en la Organización Internacional de Migraciones, con
cierta estructura independizada del organigrama organizacional de la Organizaciones
de Naciones Unidas (ONU).
Pero la de los años 50s a
70s, era otra ONU, portaba la expresión de la voluntad geopolítica y universalista
de los vencedores, los EEUU y la URSS. En tanto que hoy en día, la ONU es una
burocracia internacional que empodera caviares (marxistas gramcianos) y es diligentemente
servida por determinados equipos diplomáticos de algunas cancillerías; todos embriagados
por el afán del gobierno mundialista. Por eso la ONU suscita desconfianza, porque
promociona una degenerada visión de los derechos humanos. Como insólitamente lo
acaba de decidir el Comité de DDHH de la ONU, que declara que tanto el aborto
como la eutanasia son derechos humanos. No, pues, el derecho es a la vida y a
la salud, no al asesinato ni al suicidio con cómplices.
Nuestra
Nación, ha vivido la necesidad migratoria en tres ciclos continuados. El primer
ciclo, en los años setenta, a causa del velasquismo dictatorial expropiador y
estatista, que generó una migración empresarial y profesional, socialmente bien
colocada. El siguiente ciclo fue en los ochenta, cuando pagábamos con inflación
galopante y depresión productiva el costo de las experimentaciones socialistas
de la dictadura velasquista. Y, éramos objeto del despiadado terrorismo por el
Partido Comunista del Perú (mal llamado “Sendero Luminoso”) y por el Movimiento
Revolucionario Túpac Amaru – MRTA). La migración fue de clases sociales
trabajadoras carentes de patrimonio. El tercer ciclo, durante el decenio de los
noventa, prosiguió.
Somos una Nación que sabe
lo que es migrar. Y, también, sabemos ser generosos recibiendo migrantes que
hemos sabido asimilar a nuestra sociedad y cultura como a las colonias china,
japonesa e italiana. Y, hoy, al éxodo venezolano.
Se ha suscrito por el
Gobierno, el día 11 de diciembre, el “Pacto para la Migración Segura, Ordenada
y Regular”, que ha generado mucha desconfianza por percibirse que afecta la
soberanía estatal, la seguridad de las sociedad y es permisivo con el
autoritarismo violentista de las religiones no cristianas.
En el artículo 7° del Pacto
se dice que es “un marco de cooperación no vinculante jurídicamente”, lo que es
algo más que extraño pues un tratado genera obligaciones y es vinculante para
el Estado que lo ratifique.
También señala que se respetará
la soberanía de los Estados, pero a la vez impone restricciones y obligaciones con
respecto a las relaciones del Estado con los inmigrantes.
En el artículo 15
establece principios rectores transversales e interdependientes, entre otros
señalo los siguientes: la soberanía nacional para determinar la propia política migratoria, es correcto; el Estado
de derecho y garantías procesales compatibles con el derecho internacional,
aquí hay una sutil intromisión y una negación a la soberanía político-jurídica
del Estado; el derecho internacional de
los derechos humanos, con sus principios de no discriminación ni intolerancia
a favor de los migrantes independientes de su calificación migratoria, esto es
un torpedo político-ideológico peligrosísimo; y la infaltable en la ONU, Perspectiva
de género, como derecho humano, porque el Pacto promueve la igualdad entre
géneros y su empoderamiento, esto es sencillamente inaceptable, por la
ambigüedad terminológica y el contenido ideológico de la palabra “género”, que empaña
la trasparencia y recta intención del Pacto.
El
tema de los DDHH constituye un paquete de negocios de las ONGs ideologizadas,
que mantienen copado con sus cuadros los organismos internacionales, con un
inmenso empoderamiento ideológico y aprovechamiento económico, esquilmando el
patrimonio de los Estados no alineados al socialismo.
Es
un tratado internacional, y si bien el Ejecutivo lo ha firmado hace unos días,
corresponde al Congreso aprobarlo o no. Esperamos la acuciosa lectura de
nuestros congresistas y su decisión valiente, a pesar de la crisis de
estabilidad que padecen en estos días.
Publicado en el diario “La Razón”, Lima, viernes 14 de diciembre de 2018,
p. 6
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