miércoles, 24 de agosto de 2011

La Pontificia Universidad Católica, una felonía caviar

LA RAZÓN DEL DÍA

La Pontificia Universidad Católica, una felonía caviar
Director Jurídico de UnoAmérica

            Vergüenza ajena e indignación propia da la felonía con la que se viene actuando sobre la Pontificia Universidad Católica del Perú. ¿Cómo es posible que se haya permitido llegar hasta tamaño despropósito? Varios intereses confluyentes lo han causado.
            En primer lugar, no podemos descartar la ambición del poder y la avaricia por el dinero y los bienes materiales, como generadores de este indigno enfrentamiento que se viene dando.
Dos, pues, son las dimensiones del conflicto: (a) La administración de los bienes de la fortuna de don José de la Riva Agüero, que fueron legados a la Universidad Católica; (b) El empoderamiento ideológico que las izquierdas caviares lograron perpetrar desde los años 60s en dicha Universidad. Quien no peca en una, se desbanda por la otra. Y, algunos hay que hasta van en dos cachetes, por ambas.
Frente a la educación universitaria estatal, buena y gratuita, que se caracterizó por seleccionar la inteligencia sin importar las aportaciones dinerarias; en contraste, la Pontificia Universidad Católica del Perú supo ganarse un sólido y creciente prestigio, en términos socio-económicos no fue exclusiva ni excluyente pero con fuerte tendencia hacia las clases económicas medias, que podían soportar la paga compensatoria al servicio educativo recibido.
La Universidad estatal, sin mengua de su prestigio académico, fue altamente politizada, en sus cuadros de profesores, y por ósmosis en sus diversos escalones estudiantiles. En tanto, la PUCP permaneció apolítica gran parte de sus primeros decenios de existencia, aunque con esporádicas tensiones ideo-políticas, que no afectaron  el ritmo ni la calidad académica.
Sin embargo, a través de la Democracia Cristiana, la PUCP fue lamentablemente politizándose. Y, la involución de la D.C. hacia las izquierdas, en los años 60s y 70s, causó evidentes inter-acciones e influencias, malsanas.
El escándalo moral-sexual-familiar causado por el Decano de la Facultad de Derecho de la PUCP, y su permanencia inicial en el cargo que precipitó la renuncia de Monseñor Landázuri a su emérito Rectorado, sentó el precedente.
Luego vendría la reforma curricular y una nueva generación de profesores, los “Wisconsin boys”, aparejada por un exorbitante alza de pensiones, que hizo migrar a muchos jóvenes alumnos hacia las universidades estatales, con sólo la mitad de cursadas sus carreras. Y, es porque, el nuevo profesorado caviar, gustaba ya de cobrar lucrativamente por la función magisterial. Asunto que no había sido así, en los lustros anteriores, en los que el profesorado universitario de la Católica, cobraba un estipendio simbólico.
Entre los años 60s y 70s surgirá una izquierda de “blasones y doblones”, apellidos de rancios abolengos, hijos de fortunas considerables, partidos de exclusivos hijos de papá. Fueron los tiempos de “Vanguardia Revolucionaria”, el instrumento revolucionario marxista que sólo operaba entre mayo y octubre de cada año, pues de noviembre a abril sus militantes corrían tabla en playas de exclusiva membrecía.
Hasta que llegó la hora de dar cuentas, porque siempre deben darse los balances sobre los patrimonios ajenos que se administran. Pero, he aquí que esos jóvenes de ayer, ahora ya viejos revolucionarios tras haber transcurrido 40 años de estos sucesos, se niegan a dar las cuentas: ¿Cómo es eso?
Y, quieren seguir llamándose “Pontificia” y “Católica”, sin sujetarse a las normas que rigen este modelo de casa de estudios universitarios: ¿Cómo es eso?
Al final, qué enseñaron y qué enseña hoy el profesorado-autoridad de la PUCP: ¿Que pueden levantarse un patrimonio, impunemente? ¿Que pueden levantarse una institución educativa, sin que pase nada? Qué vergonzosa enseñanza con la que concluyeron su ciclo.

Diario “La Razón”, miércoles 24 de agosto de 2011, pág. 13
http://www.larazon.com.pe/online/indice.asp?tfi=LROpinion01&td=24&tm=08&ta=2011

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