miércoles, 24 de agosto de 2011

¿Un Legislativo legicida?

LA RAZÓN DEL DÍA

¿Un Legislativo legicida?
Director Jurídico de UnoAmérica

El primer hombre del Estado, es el presidente de la República, a quien la tradición constitucional democrática le ha conferido un reconocimiento de reminiscencias aristocráticas, al concederle que “personifica a la Nación”. Transformándolo en un símbolo, pero de carne y hueso.
El juramento proferido, por quien personificará a la Nación Peruana, ha causado una conmoción política a propios y extraños.
Repasando las grabaciones del ceremonial de la asunción al gobierno, el juramento del Presidente Ollanta ha sido abismalmente diferente a los de sus dos vicepresidentes, estos han jurado por una constitución jurídicamente inexistente. Pero, este barbarismo jurídico ha querido ser ignorado, minimizado o justificado por las diversas tiendas políticas, con excepción de la bancada fujimorista.
Algunos portavoces del nuevo oficialismo han sostenido que se puede jurar por cualesquiera de las constituciones que han tenido vigencia en el Perú, e inclusive se mencionó a la primera constitución republicana, porque sus valores fueron darnos la independencia.
Nunca me hubiera imaginado que el papel justificador para con el gobernante de turno, podía conducir a estos extremos del paroxismo. Imagínense un presidente que jure por los valores de la Constitución Vitalicia de Bolívar, otro que juramente por la Constitución de la Confederación Perú-Boliviana de Andrés de Santa Cruz integrando a la república de Bolivia dentro de un gran estado peruano, u otro que juramente por las constituciones de la primera etapa republicana que permitieron la continuación de la esclavitud de los negros.
Es evidente que no se puede jurar por otra Constitución que la está vigente, incumplir esta elemental regla –constitucional- es inconcebible, y deteriora la palabra empeñada por el funcionario que formule tan equivocado juramento.
La Constitución de 1933, expresamente señalaba que todo funcionario debía jurar cumplir la Constitución antes de ejercer el cargo. En contraste, nuestras dos últimas constituciones, la de 1979 y la de 1993, no regulan de esa explícita manera el juramento de los funcionarios, lo que ha permitido que se produzcan los usos y los abusos por todos conocidos.
De otro lado, es de lamentar que el Congreso adopte la tiranía de las mayorías, para sancionar ilegal e injustamente a la congresista Martha Chávez. Pues, según el Reglamento del Congreso, que es Ley de la República, quien tuvo la potestad de sancionarla es quien presidía el Congreso, en esa sesión. Pero, ya pasó la circunstancia, y legalmente no se puede sancionarla por la junta directiva, por ningún órgano congresal, por ninguna comisión, ni mucho menos por la Comisión de Ética Parlamentaria.
¡Cuidado! Que nuestro Congreso de la República no evolucione a constituirse en un Legislativo legicida, dedicado a liquidar las leyes. Esperamos que la racionalidad se imponga. Este es el arte de la política, la expresión más alta del espíritu humano. Aunque cuando lo mejor se degrada, entonces nos encontramos con lo peor.
No creo que eso sea la “Gran Transformación” que nos ha sido ofrecida.

Diario “La Razón”, Lima – Perú, miércoles 3 de agosto 2011, pág. 13:
http://www.larazon.com.pe/online/indice.asp?tfi=LROpinion01&td=03&tm=08&ta=2011

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