jueves, 29 de septiembre de 2011

Oclocracia y narco-estado

LA RAZÓN DEL DÍA

Oclocracia y narco-estado
Director Jurídico de UnoAmérica

            El coronel francés Pierre Chateau-Jobert, que ilustra la doctrina de la guerra contrarrevolucionaria, afirma que cuando un Estado no vence al narcotráfico, se debe a que quienes lo dirigen no tienen voluntad de imponerse frente a esta amenaza.
En los últimos días el debate político nacional fue casi reducido a la temática del narcotráfico, pero sin mayor lustre y con poco provecho, pues, no pasó de los acostumbrados lugares comunes en los que este debate suele ya estar acostumbrado y satisfecho: Imputar culpas a los gobiernos anteriores y ser indulgentes con el actual, lamentar el múltiple crecimiento de las plantaciones de coca sin aportar ninguna iniciativa que modifique las tendencias, insistir en el control de insumos químicos  sin ningún planteamiento para su eficaz reingeniería, etc., etc.
A la otra orilla, los promotores del narcotráfico obtienen crecientes éxitos en producción y productividad, en extensión de cultivos ilegales de coca y de amapola, en la seguridad de sus rutas de exportación, y en lo que nos podía parecer insospechado años atrás: En instalar y sostener su representatividad socio-política, articulando frentes de defensa para el control territorial, protestas populares y representación electa democráticamente en gobiernos locales y en el parlamento nacional, a lo que recientemente se suma, una nueva burocracia en el Ejecutivo, que plantea una suerte de contradrogas anti-imperialista. Bueno, no es novedad que las izquierdas se acerquen a las fronteras del narcotráfico, para instrumentalizar las drogas en beneficio del éxito de la Revolución..
Ya es innegable la pérdida de calidad de nuestros instrumentos de gobierno, y la desdibujada fisonomía de nuestra institucionalidad republicana.
Aristóteles señalaba que sólo habían tres formas legítimas para gobernar a los pueblos: La monarquía por la que se obtiene la unidad nacional, la aristocracia que garantiza la competencia en el ejercicio del mando y la república (ó democracia) que asegura las libertades. En retrospectiva histórica todos fuimos en alguna remota época monarquías, y al Perú nos llega por doble vertiente, por el imperio incaico y por el imperio hispánico.
Santo Tomás de Aquino, quince siglos después de Aristóteles, afirmó que el mejor gobierno es aquel que consolide la unidad nacional como la monarquía, garantice la idoneidad en el ejercicio del poder como la aristocracia y asegure las libertades como la república. Corrige así toda interpretación de carácter estanco sobre la clasificación aristotélica de las formas legítimas de gobierno, y plantea el carácter dinámico, enriquecedor y omnicomprensivo, abierto a toda la gama de realidades culturales y etapas históricas de los pueblos.
Pero, también hay formas ilegítimas de gobernar, que surgen de la desnaturalización de las tres formas legítimas. Así, la monarquía degenera en tiranía, la aristocracia en oligarquía y la república por la demagogia en oclocracia.
La oclocracia es el gobierno de lo peor, en todos los sentidos. Campeará la inmoralidad y la ineficacia, no habrá virtud ni libertades.

Diario “La Razón”, Lima, jueves 22 de setiembre de 2011, pág. 13

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