miércoles, 25 de diciembre de 2013

A 25 años del atentado contra Vega Llona


A 25 años del atentado contra Vega Llona

Por Sergio Tapia T.

 

            El 6 de diciembre de 1988 fue asesinado, por el Partido Comunista del Perú, el Capitán de Navío AP Juan Carlos Vega Llona, cuando cumplía las funciones de agregado naval en la embajada del Perú ante Bolivia. La motivación del crimen fue de doble propósito: acto de venganza y seguir causando terror.

            ¿Qué hizo Juan Carlos para que le pegaran un tiro en la cabeza, y por la espalda, en una esquina del centro de la ciudad de La Paz? ¿Quién se vengaba, y de qué se vengaba?

            El comandante Vega Llona, en 1986 ejercía la Jefatura del Estado Mayor de la Fuerza de Infantería de la Marina de Guerra del Perú, y el 19 de junio había compartido el ejercicio del mando para debelar el motín de los presos por terrorismo en la isla-penal El Frontón, episodio del que salió victorioso. Pero fue identificado por la organización terrorista a la que pertenecían los aproximadamente 152 internos (era una cárcel en la que los guardias no podían contar el número de presos), de los que 34 sobreviven y circulan gozando de libertad por la condescendencia de los gobiernos de Paniagua y Toledo, salvo uno que aún podría continuar purgando condena merecida si es que la actual administración no lo ha “liberado”.

            El Partido Comunista “sentenció” a muerte al prestigioso oficial de la Marina, para escarmiento y venganza. Porque todos los amotinados, los vencidos y los que se rindieron, fueron declarados “héroes” por el partido (“El Día de la Heroicidad” se titulaba el folleto subversivo conmemorativo).

            El crimen terrorista es una acción delictiva multipropósito y compleja. Causa víctimas mediante la perpetración de un delito común: Vega Llona fue asesinado. Pero, también es un delito intermedio para producir otras desventuras: Causa temor en la población, que inerte observa cómo se desangra la Nación a través del asesinato cuasi impune de cualquiera de sus hijos. La producción del miedo a escalas socialmente impactantes, es el modo de conquista brutal y salvaje del marxismo-leninismo-maoísmo. Que trata de imponerse políticamente sobre una comunidad nacional aturdida, medrosa, desorientada y presa de un contagiante síndrome de inseguridad.

            Pero, el terror como instrumento de dominación política, no es patrimonio exclusivo del comunismo, porque el primer régimen liberal en la Francia dieciochesca se impuso con el terror aplicado desde los gobernantes revolucionarios, como queda el tristemente célebre ejemplo histórico de Robespierre. Aunque por la perversión ética del comunismo, sus partidarios han obtenido una refinación diabólica en el uso del terror. Hasta límites sádicos, a los que el paroxismo revolucionario ordinariamente conduce.

            En los últimos 20 años se ha producido, en escala global, una “blitzkrieg” cultural por los comunistas, en la que sobresale los frutos obtenidos en la dimensión jurídica, que hasta ahora no se ha podido revertir.

            Hoy vivimos en una tormentosa etapa revolucionaria inédita, con implicaciones jurídico-judiciales, en la que los delincuentes de ayer son receptores de elogios, premios y disculpas, y los virtuosos de antes son objeto de inimaginables persecuciones penales, cínicamente crueles.

            Juan Carlos Vega Llona, el jefe del operativo del rescate de rehenes en El Frontón, fue asesinado hace 25 años. Sus subordinados que le sobreviven padecen hoy la más grave de las injusticias, porque el Poder Judicial de esa misma República que como militares defendieron arriesgando sus vidas, actualmente ejerce sobre ellos la persecución que suscita los intereses ideológicos de la Revolución cultural y gramsciana.

            Los marinos que murieron en combate o posteriormente fueron asesinados por la espalda, como Vega Llona, así como los que sufren persecución penal injusta, merecen ser reivindicados en su honor y por su rol de defensores de nuestro sistema político y religioso-cultural.

Reivindicar a nuestros militares que aún luchan contra la subversión marxista, es de ineludible deber por quienes tengan conciencia de lo que nos está pasando, en medio de la embriaguez subversiva que produce persecución y muerte.

            A Juan Carlos Vega Llona, a quien acompañé como abogado por el caso El Frontón, hasta su vil asesinato: ¡Presente!

Publicado en el diario “La Razón”, Lima, lunes 9 de setiembre de 2013, pág. 5

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