Gobernar
¿para qué?
SERGIO TAPIA TAPIA
Director Jurídico de UnoAmérica
Decepciona
la ausencia de logros en tres trimestres de gobierno del presidente Ollanta
Humala, y se observa con pesimismo su porvenir.
Humala
deambula solitario. Pierde partidarios y carece de cuadros para gobernar. Sus infortunios
políticos ponen en riesgo el consenso y aceptación ciudadanas, condiciones indispensables
para gobernar en paz.
El
grupo parlamentario mayoritario sería de Ollanta, pero es una gavilla de filo-marxistas.
Humala, ganó el ballotage modificando su propuesta política. Al parecer lo hizo
con sinceridad, porque cumple a pesar de los pesados costos, pero es fuente de fricciones
con sus parlamentarios.
La
legitimidad de origen presidencial es dada por un procedimiento electoral
imperfecto que, insertado en una democracia vulnerable a la manipulación, origina
un sistema que otorga decisión política a ciudadanos masificados que adolecen
de cultura cívica. A ello se suma nuestra “clase
política”, que padece alta volatilidad electoral y mayormente carece de formación
doctrinal.
Para
Aristóteles el pueblo es asociación de familias. Entonces, gobernar bien no es un
imposible, si se sabe “Gobernar para las
familias” como titula una de sus obras el reconocido promotor social argentino,
Ignacio Garda Ortiz.
Ollanta dijo, en enero: “el arte de gobernar es también corregir”.
Por
lo que si el presidente Humala corrige desvaríos, obtendrá legitimidad de ejercicio.
Las prácticas de buen gobierno aconsejan que el Estado procure condiciones
externas (el bien común), destinadas a asegurar a las familias la procreación,
alimentación, educación, salud y seguridad, y que promocione el pleno empleo. El
resto es ideología.
Publicado
en el diario “La Razón”, Lima, jueves 17 de mayo de 2012, pág. 6
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