jueves, 27 de febrero de 2014

Desvelando el liberalismo


Desvelando el liberalismo

SERGIO TAPIA T.



 

En varias oportunidades me he ocupado de la ideología liberal. A riesgo de ser malentendido por la estrechez de una visión reduccionista, que concibe que la única confrontación de cosmovisiones es la del liberalismo con la del socialismo.

Nunca he suscrito ni el individualismo liberal ni el colectivismo socialista en ninguna de sus variantes (desde el socialismo nacionalista o fascismo hasta el socialismo internacionalista o comunismo).

Y, soy insistentemente contrario al liberalismo, por ser un gran error. Me opongo al liberalismo, con tolerancia cero, porque induce a pensar y actuar produciendo daño, porque altera el orden integral (racional, ético, filosófico, social, político, económico y cultural). El liberalismo es condenable.

Otra cosa son los liberales. Son personas. Como tales no son condenables, pero no deben seguir permaneciendo en el error de asumir la cosmovisión liberal.

Los liberales me apenan, porque no dudo de la buena intención que tienen; pero, me da lástima que perjudiquen a otros aplicando fórmulas ideológicas dañinas, desfasadas de toda realidad, especialmente la antropológica y la social.

Con mis críticas al liberalismo, abrigo la esperanza de rectificar a quienes creen que el liberalismo sea una solución para nuestros problemas nacionales.

El liberalismo es ideología, e ideología por excelencia.

Su precedente ideológico fue el Monarquismo Absolutista (la deslegitimación de la monarquía), contra él reaccionó primariamente, pero la ola revolucionaria liberal atropelló finalmente con toda la cultura y civilización occidental.

A su vez, el liberalismo fue confrontado por la ideología socialista, la que sin éxito ha tratado de sustituir, hasta la fecha.

            El liberalismo no es una metodología acertada ni para la búsqueda sincera, ni racionalmente acertada, objetiva y científica de la libertad. No. Porque, el liberalismo carece de presupuestos ético-filosóficos válidos, y porque sus desaciertos causan estragos en el orden social y político.

            Queda claro que el liberalismo no se inserta en las tradiciones de Occidente. La tradición de Occidente es la Cultura Griega, la Civilización Romana y la Cristiandad.

La Cristiandad, por su sentido trascedente, elevó los aportes de la cultura y la civilización greco-romanas, a las más altas cumbres de la humanidad. Gracias al genio de San Agustín (siglo IV) y de Santo Tomás de Aquino (siglo XII), y con ellos la profunda obra cimentadora de la Patrología latina. Siendo sus columnas, el realismo filosófico aristotélico y la ordenación político-social del Derecho Romano. Todo ello bajo el estímulo de la religión cristiana, que ayuda a discernir la comprensión racional de lo creado, y por tanto las ciencias progresan bajo su manto.

            Contra toda esta rica herencia greco-latina-cristiana, la ideología liberal se sublevó subversivamente. Por lo que merece nuestra radical censura, y sin componendas.

Exhortar –a tiempo y a destiempo– alertando sobre las trampas ideológicas del liberalismo, es una misión con la que hay que acompañar todo compromiso político, si por éste deseamos con sinceridad construir una sociedad nacional éticamente justa.

 

Publicado en el diario La Razón, Lima, viernes 7 de febrero de 2014,


 

Blog (mis artículos publicados en La Razón): http://sergiotapiatapia.blogspot.com/

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