sábado, 11 de octubre de 2014

Religión y Política


Religión y Política

SERGIO TAPIA T.



 

La religión cristiana sufrió y sufre la más cruel persecución que registra la historia, hay muchos mártires por el solo hecho de ser creyentes. Por eso la Iglesia conoce y valora lo que es la libertad religiosa.

La persecución en el Imperio Romano cesó en los años 311 y 313. Con el Edicto de Tolerancia de Nicomedia, firmado por el emperador Galerio, anticristiano cómplice del emperador Diocleciano. Y, con el Edicto de Milán firmado por los emperadores de Occidente y de Oriente, Constantino El Grande y Licinio.

Galerio dispuso que pueden nuevamente los cristianos reconstituirse así como sus lugares de culto, siempre que no hagan nada en contra del orden público”. Su edicto no fue un estatuto de libertad de cultos. Significó despenalizar ser fiel cristiano. Tuvo como consecuencias poder profesar la fe, ir al templo, participar en la liturgia, administrar sacramentos, conducirse a sí mismo y educar a otros –a los suyos- inspirándose en la moral cristiana expresada en lo público y privado; sin ser castigado por el Estado.

Constantino y Licinio tuvieron ánimo pacificador, de armonizar a quienes ejercen la autoridad del Estado y a los creyentes que conforman la Sociedad. Para la Filosofía Política, ambos, los que ejercen autoridad y quienes no la ejercen, son principio o causa de que exista la Sociedad. Son sus autores. Unos, principales (la autoridad), los otros supletorios (los que no la ejercen). Pero, ambos, como autores, modelan su Sociedad.

El Edicto del 313 proclamó que Habiendo advertido hace ya mucho tiempo que no debe ser cohibida la libertad de religión, sino que ha de permitirse al arbitrio y libertad de cada cual se ejercite en las cosas divinas conforme al parecer de su alma (…) sea lícito a cada uno dedicar su alma a aquella religión que estimare convenirle.” Este es el inicio de la libertad de cultos, en nuestra Civilización Judeo-Greco-Latina-Cristiana, no sólo legitimó al cristianismo.

Hay conmociones en las relaciones Estado-Religión, que hasta hoy influyen negativamente. Como lo de Inglaterra de Oliverio Cromwell (1599-1658) –el “dictador regicida” según el filósofo David Hume (1711-1776)-. Quien negó el rol público de las creencias religiosas, modelando hombres escépticos e intolerantes en cuestiones religiosas.

También la que se produjo en el siglo XVIII, en Francia. La Revolución persiguió por motivos religiosos, causando el primer genocidio moderno que aún espera ser reivindicado por la Historia, particularmente inferido en la población católica de Vendée.

            Las violencias irreligiosas nutren a quienes se estiman “demócratas secularistas”, que reprimen todo asomo público de identidad religiosa por parte de los demás.

Este “laicismo” es despótico y totalitario, porque al negar la expresión pública de las creencias religiosas, concluye adjudicándole al Estado la función de la ética.

Así ¿se decidirá lo que es el bien y lo que es el mal, a través de los mecanismos políticos: El partido de turno, el dictador perennizado, el voto inestable del parlamentarismo o la sentencia bajo soborno?

 

Publicado en el Diario “La Razón”, Lima, viernes 10 de octubre de 2014, pág. 6

 

Blog (colección artículos publicados en La Razón): http://sergiotapiatapia.blogspot.com/

 

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