lunes, 6 de febrero de 2012

Derechos humanos: ¿De quién? ¿Contra quién?

Derechos humanos: ¿De quién? ¿Contra quién?

SERGIO TAPIA TAPIA

Director Jurídico de UnoAmérica





Llama la atención el nombre: “derechos humanos”. Es una repetición innecesaria, porque en lo temporal sólo los seres humanos tienen derechos, ya sea sobre otras personas ó sobre las cosas. La denominación clásica fue derechos fundamentales. Pero, las corrientes ideológicas contemporáneas los re-bautizaron: derechos individuales, derechos del hombre y, hasta eufemísticamente, derechos de la humanidad.

La segunda cuestión es su origen: ¿De dónde surgen? ¿Quién los ha creado, inventado, descubierto, develado?

La pluralidad de enfoques y respuestas se reducen a dos posiciones antagónicas. Una, es la del discernimiento racional sobre la naturaleza y la realidad de la persona humana. La otra, es la del empoderamiento abusivo de la autoridad, que producirá la creación arbitraria de esos derechos humanos; ya sea por la redacción de un tratado internacional, porque la aprobación de una ley ó por la firma de una sentencia.

El problema de la legitimidad de esos derechos humanos consiste en la respuesta clave a las siguientes cuestiones: ¿Son derechos que surgen de la naturaleza, la razón los discierne y los reconoce mediante la ley? Ó, son una creación arbitraria, de quienes ejercen autoridad, iluminados por la ideología con que han sido adoctrinados.

Lamentablemente se ha venido incubando una visión deformadora de esos derechos humanos, que es terrorífica porque carece de límites éticos, porque niega la naturaleza de la persona humana y se aplica con discriminación.

Esto viene sucediendo por los organismos internaciones controlados por las ONG, que monopolizan esos derechos humanos para el abuso, y que tan neciamente lo replican en el país los magistrados judiciales y fiscales, por ignorancia supina ó por connivencia ideológica.

Es absurdo que el Estado peruano, desde hace 20 años, venga siendo objeto de demandas de la Comisión Interamericana y de sentencias de la Corte de San José, imponiendo a la Nación gestos de reparación por daños morales a favor de los terroristas, más el pago de millonarias indemnizaciones en beneficio de quienes nos enlutaron desangrándonos inmisericordemente.

Se llega al absurdo, cuando los derechos no tienen por fundamento los deberes, que los terroristas luego de incumplir el respeto a la vida del prójimo y de negarse a vivir en paz con los demás; encuentren en esos derechos humanos un generoso dispensador, para que sus pérfidas acciones merezcan recuerdo respetuoso en Museos de la Memoria.

No es legítimo que las sentencias de la Corte Interamericana impongan obligaciones que no están contenidas en los tratados de derechos humanos. Pero, lo escandaloso es que a los militares y civiles que combatieron la subversión comunista, se les niegue la amnistía y el indulto; no se les aplique la prescripción de la acción penal, ni la redención de las penas por el trabajo o el estudio. Y que, paralelamente, eso mismo les sea concedido a los terroristas, con el argumento de ser derechos de todo ser humano.

Diario “La Razón”, Lima, jueves 2 de febrero de 2012, pág. 6

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